En este mes
nuestras casas, mercados y panteones se pintan de amarillo y morado, se huelen
a copal, incienso y ricas frutas de temporada; los vivos veneran a aquellos que
ya no se encuentran entre nosotros, colocando altares con su retrato, sus
pertenencias, alimentos que ellos mas disfrutaban en vida, como las chalupas o
el mole poblano, que de seguro no hay difunto que no muera por probarlo una vez
mas, cerveza o hasta un pulque para acompañar los platillos, velas para
iluminar su camino y lo que no puede faltar, un vaso de agua para saciar la sed
que traen del mas allá, y de esta forma poder convivir unas horas mas con
nuestros seres queridos como en los viejos tiempos.
Las calles
se llenan de niños que se disfrazan, algunos de personajes mexicanos conocidos
como la llorona o la catrina y algunos otros al muy influenciado estilo americano
para pedir dulce o truco, pues a pesar de nuestra riqueza cultural nuestra
herencia va a la baja, aun así el día de “todos santos” es una de las
festividades mas esperadas en México, ya que es la época en que vivos y muertos
podemos disfrutar de algunos majares como las riquísimas y aromáticas hojaldras
que preparan nuestros panaderos, los dulces de leche o de azúcar, las calaveras
de chocolate o de amaranto y que tal la conserva de guayaba…exquisita la de mi
abuelita!
Esto es
algo de nuestro México que no ha muerto y no morirá mientras nosotros sigamos
heredando nuestras tradiciones. Esperamos que esta pequeña reseña les haga
recordar momentos en noviembre, como del día de acompañar a la familia al
panteón, de las compras en el mercado para la ofrenda o cuando de niños tomábamos
los dulces de la ofrenda sin el permiso de la abuela y sonreír al ver su cara
molesta por tomar las cosas de los difuntos, hoy recuerdo tus historias
interminables y tus cantos de boleros, como me encantaría volver a vivir ese
momento y aunque ya no estas aquí te dedico esto mamá Lupe y abuelo Rafa.
Atte. UN PAR DE GLOTONES